Como decía aquella canción tan
bonita: " España camisa blanca de mi esperanza de fuera o dentro, dulce o
amarga de olor a incienso de cal y caña quién puso el desasosiego en nuestras
entrañas nos hizo libres pero sin alas nos dejó el hambre y se llevó el pan."
Quien nos ha quitado el pan,
y quien nos hizo libres pero sin alas. ¿Levantaremos algún día el
vuelo para ver más allá? ¿nos crecerán por fin las alas? ¿les quitaremos el
pan?
Ese día de luz, los comedores
sociales quedarán vacíos, las calles llenas, los puestos de trabajo vacíos, las
calles llenas, los hospitales vacíos, las calles llenas, el congreso
atemorizado.
El ladrón, el poderoso, el corrupto, el que
roba la democracia al pueblo, y su soberanía, atado, y llevado ante la
justicia. El cobarde que roba a oscuras,
lo que es de todos, el que se enriquece a costa del malvivir de su pueblo, el
que limita los placeres a los suyos. El
que no entiende que es el pueblo, y cual es su soberanía.
Esos que nos hablan de la economía en
latín para que no nos enteremos de la misa, y que desde el pulpito corrompen
con sus mentiras al pueblo que han jurado defender, a la constitución que han
jurado respetar. Mientras nos mandan sus
mesnadas, y nos cobran los diezmos.
Tengo la esperanza de ver, de oír, de
palpar a mi pueblo. Ese que se hace voz ante las injusticias. Ese que te brinda una mano. Ese que debe
tener el corazón en un puño pero apenas late. Que llora por dentro, y se
reprime en su oscuro comedor mientras la calle se silencia y adormece como si
el día fuera noche continua. Porque no vemos la luz. Porque nos deslumbran con
mentiras y nos ciegan.
Ese pueblo que está preso del miedo.
Que ha perdido la libertad sin ira porque la ha entregado sin darse cuenta.
